La belleza del caos
La belleza del caos
Por Karen
Lucía Tapia Hernández
¿Cuantas veces pensamos que no podemos hacer alguna cosa y simplemente
queremos abandonar lo que hemos iniciado? ¿Será común que queramos dejar todo
atrás después de caer? Puede ser, pero es allí cuando nos damos cuenta que es
lo que realmente debemos hacer y nos damos cuenta de que estamos hechos.
¿Será que podemos caer? Si, claro, podríamos caer. Es como cuando
alguien intenta montar un caballo por primera vez y éste nos bota porque no
supimos sostener las riendas del corcel (lo digo porque ya me pasó, créanme me
dolió). Pero si desistimos al primer intento, no podremos avanzar. Todo tiene
su tiempo y todo lo podemos hacer. Sin embargo, abandonar a la primera tentativa
simplemente no nos llevará a nuestra meta. Un ejemplo de esto es:
Santiago 1:12 (TLA)
12 Al que soporta las
dificultades, Dios lo bendice y, cuando las supera, le da el premio y el honor
más grande que puede recibir: la vida eterna, que ha prometido a quienes lo
aman.
Muchas veces pensamos que durante el caos tenemos que dejar todo a un
lado y dejar de hacer lo que estábamos haciendo. Sin embargo, es en la belleza del
caos donde podemos apreciar lo que realmente importa. Y es allí donde debemos
actuar conforme la voluntad de Dios. Es muy fácil decir que desistiremos porque
estamos cansados de realizar las cosas y fracasar, aun así, es cuando nosotros
debemos fijar nuestra vista al frente, porque así es que nosotros comenzamos a
forjar el carácter de Dios. Esta es una de las razones por la cual, el apóstol
Pablo nos indica que en todo momento debemos permanecer contentos pues es así
que fortalecemos nuestra manera de vivir.
Romanos 5:3-4 (RVC)
3 Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos
en los sufrimientos, porque sabemos que los sufrimientos producen
resistencia, 4la resistencia produce un carácter aprobado, y el
carácter aprobado produce esperanza.
¿Y ahora, que es lo que debemos hacer? Estos son los momentos que
podemos definir quiénes somos realmente y podemos contribuir con nuestras acciones
a la sociedad. Pues aun cuando estemos siguiendo un período de cuarentena o no,
nuestra existencia siempre tiene un propósito que cumplir. Y es allí donde nos
damos cuenta, que, en el caos de la sociedad, en el caos de nuestros problemas,
de nuestras tribulaciones, nosotros aprendemos a crecer, aprendemos a amar,
aprendemos a reflexionar de nuestras acciones, aprendemos a realizar cosas que
nunca pensábamos podríamos hacer, y aun ahora, con este tiempo adicional, es
que podemos alcanzar una renovación de nuestra mente. ¡Lo que es muy
importante! Porque en el momento que nosotros dejamos de renovar nuestra mente
es como estar estancados en un mundo inmóvil que jamás cambiará.
Adicionalmente, cuando nosotros renovamos nuestra mente, llegamos a conocer la
voluntad de Dios, pero si actuamos como los demás actúan, entonces no podremos
marcar la diferencia entre lo que Dios desea y lo que el mundo desea.
Romanos 12:2 (RVC)
2 Y no adopten las costumbres de este mundo, sino
transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál
es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.
Si pensamos que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta lo
mejor que podemos hacer es continuar hasta llegar a ella. Dios siempre desea lo
mejor para nosotros, lo mejor para sus hijos e hijas y por lo tanto desea
avancemos. No nos demos por vencidos. Dios nos dice que si estamos cansados y
atribulados lo busquemos a Él, porque en Él siempre tendremos paz.
Mateo 11:28 (NVI)
28» Vengan a mí todos ustedes que están cansados y
agobiados, y yo les daré descanso.
¿Por lo tanto, tenemos belleza en el caos? ¡Siempre! Aun cuando pensamos
que no podemos dar más, nos damos cuenta que el Señor siempre nos acompaña y
está a nuestro lado siempre que le busquemos. Porque Él es nuestro Padre y como
Padre, Él nunca nos abandona. No solo nos cuida, sino que también nos protege.
Por ende, recordemos a quien debemos ver todo el tiempo, solo a Dios, pues aun
cuando el mundo entero esté en nuestra contra, Dios nunca nos abandonará. Así
que fijemos nuestra mirada en Dios y busquemos su descanso.
Y si aún no has aceptado a Jesús en tu corazón,
te motivo a que lo hagas hoy, y leas la siguiente oración en voz alta:
“Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados,
pues mis pecados me separan de ti. Yo te reconozco, como mi único, suficiente y
verdadero Salvador. Yo rompo, todo pacto, con el mundo, con la carne y con el
enemigo. Te doy gracias, por el sacrificio en la cruz. Yo sé que, si yo hoy
muriese, en tus brazos estaré. Amén.”