Ya no puedo más…
Ya no puedo más…
Por Karen Lucía Tapia
Hernández
“¡Ya no puedo más, esto que siento por dentro, el vacío insaciable, el
dolor en el pecho, el rechazo, las traiciones, no aguanto más, me quiero dar
por vencida!” Mientras los pensamientos recorren la mente como relámpagos fulminantes
al corazón me podía ver sumida en una profunda depresión. Me quería dar por
vencida y dejar todo atrás en mi sentir que nada valía la pena seguir y mientras
de rodillas lloraba en mi habitación, buscaba como solucionar lo que yo no sabía
resolver, hasta que una vez clamando en el dolor, le dije a Dios: “Si tú
existes, ¡quita esto de mí!” Y Él lo hizo.
¿Será… que alguna vez nos hemos sentido así? Pensando que nada valía la
pena continuar y que podíamos dejar todo por ir a otro lugar. ¿Será que el
tiempo que pensamos que tenemos un vacío por dentro, llegamos incluso hasta sentir odio hacia nosotros mismos y que nada lo puede llenar? ¿Cuándo dejábamos que
el miedo y el dolor tomara lugar? ¿Qué hacemos allí? Y allí fue cuando encontré
el significado del clamor en el dolor. Y es que el clamor: “refleja aflicción,
congoja, angustia o desolación.[i]” Y
en un verdadero clamor podemos ver el mover y el actuar de Dios en nuestras
vidas.
Jeremías 33:3 (RVC)
3 Clama a mí, y yo te responderé;
No obstante, cuando dejamos las cosas a un lado porque nos enfocamos en
nuestro dolor no podemos ver la realidad de nuestro entorno, sin embargo, en el
momento que nosotros comenzamos a clamar a Dios, con un corazón sincero, Él
responde nuestras peticiones y quita todo nuestro dolor y lo echa fuera de
nosotros. Por lo que, cuando lo buscamos a Él y entramos en su presencia, podemos
sentir su fortaleza y la plenitud de su amor.
Al contrario del amor de Dios, la depresión, la tristeza, el desánimo y el
abatimiento, vienen como ataques a nuestra identidad como hijos de Dios. Si
reflexionamos por qué usualmente vienen ciertos pensamientos de frustración, de
incapacidad y de estancamiento es porque nuestro enemigo desea que nosotros no
avancemos en nuestro propósito y en el cumplimiento de nuestro llamado. Sin
embargo, cuando reconocemos a Dios como nuestro Señor, y sabemos que Él es
nuestro Dios, nos da fuerzas nuevas y no solo eso, sino que nos bendice cuando
le buscamos a Él.
Salmos
145:14-16 (RVR1960)
14 Sostiene
Jehová a todos los que caen,
Y
levanta a todos los oprimidos.
16 Abres
tu mano,
Y
colmas de bendición a todo ser viviente.
Y puede ser que muchas veces al sentirnos deprimidos, sentimos estamos
siendo castigados con algo que no merecemos, algo que parece injusto, algo que
no pudimos controlar, algo que nos dañó y nos causó dolor. Pero por eso es que
nos debemos enfocar en el perfecto amor de nuestro Señor y dejar que Él nos
envuelva en sus alas y Él sea nuestro refugio. Al buscarlo a Él, Dios nos
muestra el camino a seguir.
Salmos 142:3 (NVI)
3 Cuando
ya no me queda aliento,
Tú me
muestras el camino.
Este Salmo (142:3) nos indica que cuando creemos desfallecer, al confiar en
Él y buscarle, Dios nos muestra qué dirección tomar. Porque inclusive puede ser
nos hallamos sentido solos o que sintamos que nadie está a nuestro lado o
incluso nadie que nadie nos comprende. Puede ser también nos lleguemos sentir atemorizados
de lo que sentimos, pero solo en la presencia de Dios podremos encontrar el
reposo que Él nos da y echar fuera todo temor que nos pueda estar afligiendo.
1 Juan 4:18 (RVC)
18 En el
amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el
temor lleva en sí castigo. Por lo tanto, el que teme, no ha sido perfeccionado
en el amor.
De igual manera, podemos decir que al ser perfeccionados en el amor de Dios
pasamos un momento de transición en nuestras vidas. Porque para que algo llegue
a la perfección debe pasar por un proceso, una serie de etapas, niveles de
transición para llegar al punto final de perfección del diseño. Por lo tanto, aquello
que nos aquejaba, que nos dolía, que pensábamos no podríamos soportar, al
clamar a Dios obtenemos su respuesta. Y es que el dolor viene a traer transformación en nuestra vida para cumplir con
un propósito divino. Y una vez encaminados en el propósito, nos alineamos a su
voluntad y seguimos en proceso de transformación para el cumplimiento eterno de
nuestro llamado.
Aun cuando pareciera que lo que estamos haciendo quizá no tiene mucho
sentido, o quizá no sentimos el apoyo que deseamos, o puede ser que sintamos
estamos estancados, sin rumbo y sin un camino cierto, Dios nos dice que
renovemos nuestra mente para encontrar su voluntad. Porque cuando hacemos énfasis
en estos sentimientos y pensamientos en realidad estamos creando juicios hacia
nosotros mismos, ¿pero es esto la verdad?
Efesios 4:23-24 (DHH)
23 Deben
renovarse espiritualmente en su manera de juzgar, 24 y
revestirse de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se distingue
por una vida recta y pura, basada en la verdad.
Por esta razón, cuando nos enfocamos en la verdad, nos damos cuenta que
somos la imagen de Dios y que Él nos ha dado las armas para combatir todos los
pensamientos que no provienen de Él.
Romanos 8:37 (RVC)
37 Sin
embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Así que, sabiendo que somos más que vencedores en Dios y que somos
creados a su imagen, no dejemos que el ruido exterior, las mentiras y los
juicios contrarios a su realidad nos agobien con pensamientos lejos de su
naturaleza. Renovemos nuestra mente en su presencia y recordemos que Él nos
muestra el camino de la vida para que podamos vivir con su verdad. “Me
mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a
tu diestra para siempre.” (Salmo 16:11, RVR1995)
Y si aún no has aceptado
a Jesús en tu corazón o deseas reconciliarte con Él hoy, te motivo a que lo
hagas, y leas la siguiente oración en voz alta:
“Señor Jesús, te pido
perdón por mis pecados, pues mis pecados me separan de ti. Yo te reconozco,
como mi único, suficiente y verdadero Salvador. Yo rompo, todo pacto, con el
mundo, con la carne y con el enemigo. Te doy gracias, por el sacrificio en la
cruz. Yo sé que, si yo hoy muriese, en tus brazos estaré. Amén.”
Y si hiciste esta oración hoy, escríbeme al kltapiahernandez@gmail.com , me encantaría saber de
ti. Y si esto fue de bendición para ti, compártelo con alguien más. Somos una
familia en Cristo, estamos aquí para apoyarnos los unos a los otros. ¡Dios te
bendiga!