¡Ah! Una araña….
¡Ah! Una araña….
Por Karen Lucía Tapia Hernández
¿A quién le gusta limpiar? ¿Lavar los platos, quizá ropa u otra cosa?
Quizá a algunas personas si le guste, pero probablemente como a muchos otros a
ti quizá no. Y es la verdad, muchas veces a nosotros no nos gusta limpiar pues
o nos da pereza o preferimos hacer otra cosa o ponemos cualquier excusa… para
no hacerlo. Pero si no lo hacemos, podemos llegar a acumular polvo, quizá hasta
incluso encontrar animales que no nos gusten mucho, como arañas… igh… pero
cuando comenzamos a limpiar, nos damos cuenta que cosas son necesarias y que
no, de que nos debemos deshacer y que podemos conservar, que nos es útil y que
ya no nos es necesario. Y al igual que una limpieza en casa, también debemos
procurar despojarnos de aquellas cosas que son estorbos a nuestro espíritu,
nuestra alma, nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón.
Veamos el siguiente versículo:
2 Timoteo 2:21-22
Reina Valera Contemporánea (RVC)
21 Así que, quien se limpia de estas cosas será un
instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena
obra. 22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la
justicia, la fe, el amor y la paz, junto con aquellos que con un corazón limpio
invocan al Señor.
La palabra de Dios nos indica que nosotros debemos limpiarnos de
impurezas y de cosas que no son de Dios para que así podamos serle útil al
Señor. Pues si nosotros no nos hemos limpiado de cosas que le desagradan a Él,
no nos santificamos, no podemos caminar en el propósito y llamado para el cual
Él nos ha escogido. Es más, el apóstol Pablo, nos da un indicio que aquellos
que no están limpios, huyen de las buenas obras y no desean hacerlas. Asimismo,
nos indica que tendremos ocasiones que estaremos tentados y las tentaciones
pueden ser en cualquier ámbito, por eso dice que huyamos de las pasiones
juveniles, a veces pensamos que somos los más fuertes y por eso todo lo podemos
resistir, pero como le dije una vez a alguien a quien estimo mucho, no es lo
mismo tener la tentación lejos que tenerla a unos milímetros de ti, pues es
aquí donde entra el factor carácter. Al huir de la tentación y seguir las
características y atributos de Dios como lo son, la justicia, la fe, el amor y
la paz, podemos tener el corazón limpio para clamar a nuestro Padre. Y no solo
eso, sino que gozamos de su presencia.
Meditemos en el siguiente versículo:
Mateo 5:8 Reina Valera Contemporánea (RVC)
8 »Bienaventurados los de limpio corazón, porque
ellos verán a Dios.
El versículo anterior, dice Bienaventurado, la concordancia Strong
indica que en Hebreo significa esher lo
cual equivale a “dichoso, felicidad, interjección, lo feliz[i].”
Es decir que Dios da dicha, bendice, provee gozo a aquel que tiene un corazón
limpio, pues no solo tiene la bendición de ver a Dios, sino que podemos entrar
a su presencia con un clamor que Él escuche y atienda pues al entrar a su
presencia con un corazón limpio, contamos con su bendición. Su palabra dice:
Salmos
16:11 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
11 Tú me enseñas el camino de la vida;
con
tu presencia me llenas de alegría;
¡estando
a tu lado seré siempre dichoso!
Es decir, que en el momento que entramos en la presencia de Dios, no
solo nos quita cualquier tristeza, amargura, preocupación, ansiedad, dolor,
perturbación, sino que nos llena de su alegría. En la presencia del Señor
encontramos el camino hacia la vida con plenitud y encontramos la libertad. “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad.” (2 Corintios 3:17, RVR1960). Es decir,
que al tener el corazón limpio y por consiguiente estar en la presencia del Señor,
nos encontramos con el Espíritu del Señor y encontramos nuestra libertad. Por
ende, todo aquello que nos había estado oprimiendo de una manera u otra, tiene
que irse, huir, pues en la presencia del Señor se rompen todas las cadenas y
yugos que nos pudiesen tener atados, comprimidos u agobiados pues encontramos
nuestra libertad en la presencia de nuestro Señor.
Además, cuando le pedimos a Dios que nos limpie y nos dé un corazón
limpio, nos encontraremos que tendremos nuevas fuerzas en nuestro Dios. El
salmista David nos dice:
Salmos
51:10 Nueva
Versión Internacional (NVI)
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
En el versículo anterior podemos ver que primero, el salmista reconoce
quien es su creador, pues le pide que cree algo nuevo, segundo, reconoce al
Señor como Dios, por lo tanto, vemos su humildad en buscarlo, tercero le pide
que cambie su corazón pues sabe que en su humanidad, él no puede,más Dios si
puede, y cuarto, le pide hacer algo nuevo, pues el sufijo re- viene de volver a hacer, le pide renovar la firmeza de su espíritu.
Y que significa firmeza, firmeza es la “entereza, constancia, fuerza moral de
quien no se deja dominar ni abatir,[ii]”
es decir que reconoce que el Único que puede darle fuerza moral para
sobrellevar cualquier tribulación, prueba u obstáculo es Yahweh. Con que
humildad venía el salmista David a reconocer que solo Dios podía cambiar lo que
él no podía , dicho de otra forma, Él le daba fuerzas nuevas para seguir
adelante cuando creía ya no podía más.
Por lo tanto, estimados lectores, recordemos hacer una limpieza de todo
aquello que no viene de Dios para que en santidad podamos ver el rostro de
nuestro Señor. Recordando que solo podemos entrar a su presencia para que Él
nos escuche si tenemos un corazón limpio y renovado, pues solo con un corazón
limpio tenemos santidad y sin santidad, nadie podrá ver a nuestro Señor y por
consecuencia no tendremos acceso a la vida eterna
Hebreos
12:14 Dios Habla
Hoy (DHH)
14 Procuren
estar en paz con todos y llevar una vida santa; pues sin la santidad, nadie
podrá ver al Señor.
Y si aún no has aceptado a Jesús en tu corazón o
deseas reconciliarte con Él hoy, te motivo a que lo hagas, y leas la siguiente
oración en voz alta:
“Señor
Jesús, te pido perdón por mis pecados, pues mis pecados me separan de ti. Yo te
reconozco, como mi único, suficiente y verdadero Salvador. Yo rompo, todo
pacto, con el mundo, con la carne y con el enemigo. Te doy gracias, por el
sacrificio en la cruz. Yo sé que, si yo hoy muriese, en tus brazos estaré. Amén.”
Y
si hiciste esta oración hoy, escríbeme al
correo kltapiahernandez@gmail.com , me encantaría saber de ti. Y si
esto fue de bendición para ti, compártelo con alguien más. Somos una familia en
Cristo, estamos aquí para apoyarnos los unos a los otros. ¡Dios les bendiga!