Cambio de ruta
Por Karen Lucía Tapia Hernández
¿Alguna vez has perdido tu parada? Recuerdo una vez me iba
a encontrar con una amiga, ella me había dado la dirección y la estación en la
cual me tenía que bajar para poder encontrarme con ella. Como yo no conocía esa
ciudad, estaba usando mi celular para ubicarme, pero resulta que me
llamó una persona y en eso me distraje y me puse a hablar por teléfono. Cuando
me di cuenta, había pasado la estación del tren en la que me debía bajar y en
mi distracción, terminé en otra
ciudad. Además de eso, cuando baje del tren para dirigirme a la otra ciudad, el
mural informativo me indicaba que el otro tren demoraba un mínimo de 30 a 45
minutos en llegar a la estación en la que estaba. Pueden imaginar mi expresión.
Ese era un lugar que no conocía, en un idioma que no manejaba y por una distracción
que se pudo haber evitado no había llegado a mi destino planeado. Y es que así
nos pasa también a nosotros muchas veces, con las instrucciones y consejos nos
da Dios, en los cuales muchas veces nos advierte de cosas, nos indica que
debemos hacer, o nos dice cuando lo debemos de hacer, pero debido a que nos distraemos
o nos desenfocamos, perdemos la ruta y el punto de enlace en donde nos debíamos
de cambiar, para llegar al siguiente destino. Es por eso que hoy, podemos
meditar un poco en lo que pasa cuando se cambia de ruta o cuando debido a
distracciones innecesarias, demoramos más en llegar al lugar donde debemos
estar.
Comencemos:
Caso 1. Saúl
1 Samuel 13:9,13-14 Reina-Valera
1960 (RVR1960)
9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas
de paz. Y ofreció el holocausto.
13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho;
no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues
ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.
14 Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha
buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que
sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te
mandó.
El rey Saúl, el primer rey de Israel, pudo haber sido el
elegido para reinar por mucho tiempo, sin embargo, no supo distinguir ni
diferenciar cuando terminaba su rol y autoridad y comenzaba la de otra persona.
En este caso, Saúl, cedió ante la presión del pueblo, de su gente y del
aparente ataque del enemigo. Él se sentía restringido porque creyó que el
profeta Samuel no iba a llegar (cuando ya le había dicho lo haría) y debido a
su distracción y enfoque en sus compañeros, se vio atrapado en romper el mandamiento
de Dios y usurpar un rol que no le correspondía al ofrecer un holocausto no
autorizado por Dios. Desafortunadamente en este caso, Saúl se vio afectado por
su apresurada desobediencia, basada en una distracción de su entorno. Cuando
este se desesperó, buscó como “satisfacer” un requisito porque creyó que
alguien le estaba demorando su camino para vencer al enemigo, pero esto le
costó el reinado. Es aquí cuando debemos distinguir, que es lo que Dios nos está
pidiendo que hagamos y cuando debemos cambiar nuestra manera de proceder para
poder ir a un punto de encuentro con Él. Puesto que a veces en ciertos cambios
de ruta, tenemos que ir acompañados con alguien más. Si Saúl no se hubiese apresurado,
él no hubiera perdido el reinado, y su familia hubiese quedado en el reinado
para siempre. Al desobedecerle a Dios, el inconscientemente cedió su puesto de
autoridad a otra persona pues desecho lo que se le había asignado por tomar la
asignación de otro.
Caso 2. Abram
Génesis 12 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
1 Pero Jehová había dicho a
Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la
tierra que te mostraré.
2 Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
3 Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra.
4 Y se fue Abram, como Jehová le
dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando
salió de Harán.
El caso de Abram es muy interesante. En este pasaje, Dios hablaba
con él (aún no le cambiaba el nombre a Abraham) y le dijo que se fuera de su
parentela y que le bendeciría. Sin embargo, obedeció el hecho de salir de su
tierra, pero por alguna extraña razón llevó a su pariente Lot. Cuando Dios le
había dicho se fuera de su parentela era que debía alejarse de sus parientes,
pero Abram decidió salir de la tierra con uno de ellos. Y así nos pasa también
muchas veces a nosotros, queremos ser buenas personas, ayudar al otro, apoyar a
las otras personas, pero eso no es lo que Dios nos dijo. Muchas veces por
querer ayudar a otros, retrasamos lo que Dios nos quiere dar a nosotros y por
las distracciones en nuestro entorno, no cumplimos con lo que Dios desea. Si
continuamos leyendo al respecto de Abram y Lot, podemos ver que los
trabajadores de ellos comenzaron a tener contiendas, pleitos y discusiones. Incluso
hubo un momento que Abram tuvo que rescatar a Lot porque lo habían secuestrado.
Pero si analizamos lo que Dios le dijo a Abram, si Lot no hubiese ido, es muy
probable, que Abram se hubiera evitado unos cuantos dolores de cabeza. ¿Es
acaso que estamos llevando a alguien al lugar donde Dios nos dijo que debíamos ir
solos? ¿Estamos posponiendo los planes de Dios porque queríamos llevar a un
pasajero extra en nuestro tren?
Caso 3. Pedro
Juan 18:10-11 La Biblia de las Américas (LBLA)
10 Entonces Simón Pedro, que
tenía una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la
oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. 11 Jesús entonces dijo a
Pedro: Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no
la he de beber?
El caso del apóstol Pedro nos muestra algo que todos
podemos llegar a experimentar en algún momento o quizá ya hemos experimentado,
queremos defender a alguien de alguna injusticia o queremos “ayudar” a una
persona tratando de atacar al agresor. Estos versículos suceden justamente
cuando buscaban a Jesús en el huerto para apresarlo. La primera reacción de
Pedro es levantarse, agredir y defender a Jesús de la injusticia, pero hay momentos,
así como pasó con Jesús, cuando Jehová nos está pidiendo que no hagamos nada. Y en
estas situaciones puede ser difícil, puesto que quizá a la persona que le ocurre
algo es alguien a quien apreciamos mucho, estimamos, amamos y si puede ser no
sea justo, pero esto es parte de un proceso en el cual Dios desea que esa persona
pase, para poder realizar un propósito divino.
¿Será que habrá momentos que, en vez de ayudar a alguien,
le estamos estorbando a Dios y retrasando un proceso porque queremos “ayudar”? Puede
ser que no nos demos cuenta, pero a veces nuestras actitudes desafiantes para
defender a otros mas bien los perjudican, puesto que quizá en ese momento esa
persona necesitaba aprender algo muy importante, o es la pieza faltante de un
rompe cabezas del cual solo nos podremos dar cuenta hasta que todas las
piezas estén completas y esa persona se dará cuenta cuando ya todo este
completado. Es aquí cuando debemos recordar, que el Único que mira todo el
panorama siempre es Dios.
A veces cuando estamos distraídos, ya sea en nuestras
emociones, en nuestro entorno o por cosas que parecen estar fuera de nuestro
control es cuando podemos cometer los mayores errores. ¿Podemos creer debemos
hacer algo por nuestra cuenta porque alguien nos está retrasando? ¿Podemos
creer que estamos haciendo un bien y llevamos a alguien más en nuestro tren,
cuando esa persona ya se debió haber bajado? ¿O incluso podemos llegar a creer
que debemos evitar una acción porque creemos eso no es lo correcto? ¿Qué fue lo
que nos dijo Dios que hiciéramos? ¿Era eso lo que teníamos que hacer? ¿O es
que, debido a nuestras distracciones, nuestro entorno, nuestros enemigos,
nuestras reacciones impulsivas, hacemos desvíos innecesarios y llegamos a la
estación equivocada? ¿Debíamos parar y cambiar de ruta hace un buen tiempo y
obviamos cual era la siguiente instrucción? En esto es lo que debemos tener
mucho cuidado y prudencia, puesto que no solo retrasamos llegar al siguiente destino,
si no que puede ser que no haya una siguiente estación o se haya agotado el tiempo
de intercambio de rutas.
Este es un tiempo para reflexionar, que es lo que verdaderamente
desea Dios que hagamos. Dios usa muchas maneras para hablarnos, pero también debemos
evitar aquellas voces que tratan de “imitar” cosas buenas, disfrazadas como ángeles
de luz, que solo intentan que perdamos la ruta y no lleguemos a nuestra meta. A
veces, solo necesitamos escuchar ese susurro de Dios, sigue adelante y cambia
de ruta, pero no dejes que nada te estorbe entre tu caminar con Dios y lo que
Él desea para ti. Nunca nos debemos de olvidar de que Dios se tomó el tiempo y
la dedicación de planear cada uno de nuestros días por un propósito y por su amor.
Salmos 139:16 La Biblia de las Américas (LBLA)
Si esto te bendijo y te edificó te invito a que compartas esta
publicación. Y si aún no has aceptado a Jesús en tu corazón o deseas reconciliarte
con Él hoy, te motivo a que lo hagas, y leas la siguiente oración en voz alta:
“Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados, pues sé mis pecados me separan de ti. Yo te reconozco, como mi único, suficiente y verdadero Salvador. Yo rompo, todo pacto, con el mundo, con la carne y con el enemigo. Te doy gracias, por el sacrificio en la cruz, sé que por tu Sangre yo soy limpio/a de todo pecado y hoy tengo un nuevo comienzo. Te pido que, a partir de hoy, tu palabra sea la lámpara a mis pies y que tu Espíritu Santo guíe mis decisiones en todo lo que haga. Amén.”
Y si hiciste esta oración hoy, escríbeme al
correo kltapiahernandez@gmail.com, me encantaría saber de ti. Somos una
familia en Cristo, estamos aquí para apoyarnos los unos a los otros. ¡Dios te
guíe y te guarde!