Game over… (Juego Terminado)
Por Karen Lucia Tapia Hernandez
Cuando era una niña hubo un tiempo que me gustaba jugar video juegos, me
parecía entretenido buscar cómo realizar las hazañas me proponía el juego y
poder derrotar a los villanos o simplemente llegar a la meta del juego. Uno en
particular me gustaba, se llama, Mario Kart, si no lo ha jugado nunca, básicamente
era un juego de carreras en el cual tenías que elegir a tu personaje para
llegar a la meta, sin embargo, tanto tú, como tus oponentes tenían armas para
poder sacar del juego y eliminar a aquellos que iban tomando la delantera o en
dado caso querían sacarte de la carrera y si te sacaban, perdías el juego con
la pantalla reflejando el mensaje “Game
Over.” Lo que me llamaba la atención de este juego es que idealmente todo
parecía divertido, no obstante, casi siempre alguien te quería atacar, para
sacarte del camino. Pero, si lo analizamos de otra manera, podemos hacer una
similitud en como nosotros nos podemos defender del enemigo o en dado caso,
tomar una contraofensiva del ataque el enemigo intentó hacer contra nosotros. En
este caso, nosotros como hijos de Dios, debemos recordar que tendremos
ocasiones donde podrá ser que nos sintamos o experimentemos diversas
situaciones que quizá nos quieran sacar de la carrera, por esta razón Dios nos
ha dado armas para defendernos en contra de los ataques y las luchas que puedan
venir en contra de nosotros.
Comencemos con las palabras del apóstol Pablo:
Efesios
6:12 Nueva Biblia de las Américas
12 Porque
nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra
las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes.
Cuando el apóstol Pablo habla que nuestra lucha no es contra sangre y
carne, implica que muchas veces nosotros podemos creer o sentir que son
personas las que pueden llegar a atacarnos. Posiblemente podremos llegar a
experimentar situaciones que nos lleven a sentirnos muy incómodos o incómodas
que podríamos llegar a atribuir a una persona o grupo de personas, pero el
apóstol Pablo nos indica que no es este el caso. Es más, nos indica que en
realidad nuestros enemigos son los principados, potestades y poderes de este
mundo. En breve, los principados son “gobernantes” asignados a un territorio,
las potestades son fortalezas demoníacas que inducen a alguien a actuar de
cierta manera, y los poderes de este mundo hace referencia a las cosas o fuerzas
espirituales de la tierra que pueden afectar el actuar de ciertas personas. Así
que lo primero que debemos determinar en este versículo, es que las personas no
son nuestros enemigos, sino aquello que puede llegar a influir en el actuar de
ellos. Por lo tanto, cuando creamos que alguien nos quiera sacar de la carrera
o del juego, debemos tomar en cuenta, que no es esa persona, sino aquello por
lo cual esa persona estaba siendo afectada.
Tomando el versículo de Efesios 6:12 podemos usar un gran ejemplo en la
Biblia de lo que acontecía en la vida del Rey David, lo cual fue ejemplificado
ampliamente en el libro de Los Salmos y como él actuaba cuando se miraba
perseguido y oprimido por sus enemigos.
Salmos 120:1 Nueva Versión Internacional
120 En mi angustia invoqué al Señor,
y
él me respondió.
En el Salmo 120:1, podemos ver que aun durante la aflicción, la idea del
salmista fue clamar a Dios, invocar a Dios, orar a Dios primero, y Dios fue
quien respondió. Es decir, que, en situaciones de tribulación, de
aflicción, desesperanza, lo primero que debemos hacer es poner nuestra
confianza en Dios. Y no importa si sentimos que las actitudes de ciertas
personas nos pueden ocasionar problemas, o quizá sientes algo o alguien te está
tratando de robar tu paz o tu tranquilidad, como nuestra lucha no es contra carne ni sangre, en el
momento que dejamos que El Señor lleve nuestra lucha, ¡Él nos responde!
Ahora analicemos lo siguiente:
Efesios
6:10 Reina-Valera 1960
10 Por
lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Salmos
125:1 Reina-Valera 1960
125 Los
que confían en Jehová son como el monte de Sion,
Que no se
mueve, sino que permanece para siempre.
Lo que podemos ver al leer y analizar estos dos versos es que el apóstol
Pablo nos hacía énfasis que, al estar con el Señor, nosotros nos podemos
fortalecer en Él y que, por lo tanto, el poder de su fuerza nos da a nosotros un
arma poderosa para defendernos de aquellas fuerzas de maldad con las cuales
originalmente luchamos. Adicionalmente, si recordamos lo que dice el salmista
en Salmos 125:1, nos damos cuenta que en el momento que nosotros confiamos en
el Señor, jamás perderemos la batalla, puesto permanecemos firmes en Jehová. Si la fuerza de Jehová es su poder, y nosotros
nos fortalecemos en Él, nos volvemos montes inconmovibles, y no solo eso, sino
que permanecemos firmes en la carrera, puesto nuestra defensa y ofensa viene de
parte del Señor.
Por lo tanto, estimados, lo que debemos recordar es que aun si estamos
en una carrera y alguien quiere sacarnos de nuestra ruta, no debemos enfocarnos
en aquellos que aparentan ser nuestros enemigos, sino en aquello que Dios nos
indica que podemos realizar cuando nos sentimos atacados, pues, aunque nuestros
enemigos tengan armas, las armas que poseemos en Cristo son más poderosas, pues
como dijo Jesús: “Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33, RVR 1960). Y, por último,
siempre recordemos lo que nos dice Dios a través del apóstol Pablo:
Efesios
6:11 Reina-Valera 1960
11 Vestíos
de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas
del diablo.
Oración
Padre Celestial, te damos las gracias por el tiempo que nos has regalado
en la tierra. Te reconocemos como nuestro Dios y Señor. Te pedimos que seas Tú
guiando nuestros pasos y que, si en algún momento nos llegamos a sentir
atribulados o afligidos, recordemos buscarte y saber escuchar tu voz y que al confiar
en ti y clamar a ti podremos encontrar nuestra paz y nuestra firmeza. Te lo pedimos en nombre de tu hijo Amado
Jesús. Amén.
Si
esto te bendijo y te edificó te invito a que compartas esta publicación. Y si
aún no has aceptado a Jesús en tu corazón o deseas reconciliarte con Él hoy, te
motivo a que lo hagas, y leas la siguiente oración en voz alta:
“Señor
Jesús, te pido perdón por mis pecados, pues sé mis pecados me separan de ti. Yo
te reconozco, como mi único, suficiente y verdadero Salvador. Yo rompo, todo
pacto, con el mundo, con la carne y con el enemigo. Te doy gracias, por el
sacrificio en la cruz, sé que por tu Sangre yo soy limpio/a de todo pecado y
hoy tengo un nuevo comienzo. Te pido que, a partir de hoy, tu palabra sea la
lámpara a mis pies y que tu Espíritu Santo guíe mis decisiones en todo lo que
haga. Amén.”
Y si
hiciste esta oración hoy, escríbeme al correo kltapiahernandez@gmail.com,
me encantaría saber de ti. Somos una familia en Cristo, estamos aquí para
apoyarnos los unos a los otros. ¡Dios te guíe y te guarde!